Erase una vez unos niños que en el ejercicio de su derecho a las visitas no querían estar con sus progenitores no custodios o no querían pernoctar con ellos, y por ello eran sometidos regularmente a peritaciones psicológicas. Estas peritaciones las realizaban en escaso tiempo entre 20 minutos y dos horas, tiempo más que suficiente para poder decidir que era lo más conveniente para los niños. En ocasiones diagnosticaban y emitían periciales, sin tan siquiera ver a los niños y adolescentes ni a las madres.
Los informes que emitían en algunos casos ponían en riesgo la protección de los niños, informes donde se obviaban datos relevantes como antecedentes de malos tratos, violencia, consumo de tóxicos y alcohol, abandono y negligencia de los progenitores no custodios. Las peritaciones se realizaban con una regularidad pasmosa a los niños, sometiéndolos a peregrinajes de terapias, periciales, exploraciones y diagnósticos, buscandoles problemas y enfermedades psicológicas donde no las tenían.
Las conclusiones de estos informes era cada vez más generalizada: Niños consentidos, maleducados y manipulados por los custodios, y progenitores no custodios víctimas de la maldad de la mujer, en la mayoría de los casos, como conclusión los niños necesitaban terapias supervisadas judicialmente para desprogramarlos.
Esas terapias no podían ser realizadas por psicólogos de la Seguridad Social ni por ningún especialista que los menores pudieran conocer o tener en su entorno cercano. Tenían que ser realizadas por las psicólogas que aconsejaban estas peritos judiciales, y debían ser realizadas mediante intervenciones únicas, directivas y contundentes en las que no se admitía cualquier otra opinión de profesionales de la medicina. En bastantes ocasiones eran las mismas peritos, las que después de la pericial realizaban la terapia, ellas se colocaban la medalla de ser las idoneas por conocer el caso. Estas terapias eran impuestas en la mayoría de los casos previo pago, y si no llevabas al niño no colaborabas, y si no colaborabas el juez ejercía medidas coercitivas contra el progenitor custodio que iban desde multas, carcel y cambios de guardia y custodia, incluso INGRESAR A NIÑOS EN CENTROS DE MENORES como si fueran delincuentes, el delito era que querían vivir con sus madres, y eso el sap no lo permitía.
Estas terapias no acababan nunca, y en ocasiones amenazaban y coaccionaban a niños y adolescentes con enviarles a la policía a casa para que los entregasen a los progenitores no custodios, los coaccionaban con cambios de guardia y custodia. Estas profesionales psicólogas/os se encargaban de explicarles a los niños qué era eso de un cambio de guardia y custodia, ya que los menores llegaban a las terapias sin saber nada. Intimidando y metiendoles a los niños el miedo en el cuerpo, somentiéndolos a un trato que podía considerarse degradante y humillante.
Durante la duración de estas terapias, "Terapias de la Amenaza", "recomendaban" a las madres que sus hijos tenían que querer a sus progenitores no custodios (aunque los niños hubiesen sido maltratados directa o indirectamente, abandonados durante largos periodos de tiempo por su progenitores no custodios etc. eso no importaba , les decían hay que olvidar), porque si no lo hacían les colocaban UNA EFERMEDAD un síndrome de alineación parental, también lo llamaban conflicto de lealtades, alineación parental, interferencia parental, madre manipuladora, madre maliciosa, madre no colaboradora… daba igual era el mismo perro pero con distinto collar, era la ideología del SAP. Responsabilizaban y culpabilizaban a los progenitores custodios de ser ellos los que debían establecer sentimientos de afecto, y vínculos de seguridad entre los progenitores no custodios y los menores, de lo contrario se les tachaba de no colaboradores, achacandoles a los custodíos la falta de cariño, apego y seguridad que los niños tenían hacia los no custodios, obviando siempre cualesquiera de las actuaciones u omisiones que los no custodio habían cometido.
Los no custodios no tenían ninguna responsabilidad en el rechazo del menor hacia él, ya que no pasaban tiempo con el niño y no podían ser responsables del rechazo. En el caso de manifestar su disconformidad los custodios , con los procedimientos que utilizaban a nivel judicial para que los menores tuvieran relación con los no custodios, procedimientos y técnicas coactivas, actuaciones y omisiones que les ocasionaban graves perjuicios para la salud de los menores; se encontraban con que estos profesionales del sap, les acusaban de manipular y sobreproteger a los niños y adolescentes, y en otras ocasiones de inventar y magnificar lo que los menores les relataban. Restando así importancia a las amenazas que los niños sufrían, tachándolas de pueriles.
Estas “terapias” se alargaban en el tiempo y sus intervenciones desembocaban en maltrato psicológico, emocional e institucional hacia los niños.
Respecto a los puntos de encuentro familiar PEF la historia era la siguiente:
Cuando a través de los Juzgados los regimenes de visitas de los menores con su progenitor no custodio se derivaban a los Puntos de Encuentro Familiar, pensaban que se iba a salvaguardar en todo momento la seguridad y el bienestar de los hijos, que iban a enseñar al no custodio a manejarse con ellos, recuperando la tranquilidad y la confianza. Se daba por hecho que los niños iban a estar bien y que se les iba a prestar la atención y tiempo necesario para que se adaptaran a ver y estar con sus progenitores no custodios. Lamentablemente no siempre era así.
En muchos de estos PEF promocionados como lugares idílicos y neutrales, se estaban manipulando y coaccionado a los niños con tratos indignos, incluso degradantes, como encerrarlos, meterlos a rastras llorando día tras día, y amenazádolos. Los informes que estos PEF enviaban a los Juzgados, se omitía información relevante, se omitían los testimonios de los niños y se tergiversaba la información, no contaban en que condiciones y con qué estrategías entraban a los niños, e incumplían sentencias judicales ya que estos "profesionales de los pefs" creían en muchos casos, estar por encima de los jueces, se invisibilizaba al no custodio y arrementía contra el custodio. Los informes iban sin firmar, dificultando una vez más cualquier tipo de queja que se quisiera presentar y obstaculizando la búsqueda de responsabilidades ante cualquier hecho que dentro del Pef sucedía.
Afortunadamente habían muchos psicólogos, psicólogas y profesionales que no estaban para nada de acuerdo con estos métodos.
Continuará.....................
domingo, 12 de abril de 2009
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